Desde 2018, Brasil hace frente a la llegada de miles de venezolanos que huyen de la crisis económica que atraviesa su país. Una situación que ha sido descrita como una de las peores emergencias humanitarias de la nación y que ha llevado a sus autoridades, especialmente al ejército, a liderar un plan de organización para evitar el colapso del estado de Roraima, uno de los más empobrecidos de la nación y fronterizo con Venezuela.