Después de la caída del muro de Berlín, Estados Unidos creyó que solo existiría un mundo unipolar manejado desde Washington.
Sin embargo, hoy la influencia de la República Popular de China y el ascenso de una serie de gobiernos latinoamericanos progresistas cuestiona esa idea y pone en serios aprietos a La Casa Blanca que intenta contrarrestar la presencia de China y Rusia en la región.
Análisis de Pedro Brieger.
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