El presidente Recep Tayyip Erdogan lleva 20 años en el poder. Bajo su mandato, Turquía se ha vuelto cada vez más autocrática y los críticos con el régimen son perseguidos. En la Turquía de Erdogan, conocemos a sus partidarios y a sus opositores.
El devastador terremoto del 6 de febrero, en el que murieron casi 45.000 personas, dañó gravemente su reputación. Se acusó a su gobierno de haber gestionado mal la catástrofe y, sobre todo, de permitir la corrupción en el sector de la construcción. Miles de viviendas fueron construidas por promotores fraudulentos que apenas tuvieron en cuenta las normas de seguridad.
Sin embargo, el presidente sigue contando con un gran apoyo en el país, a pesar de la corrupción, la elevada inflación y el carácter autocrático de su liderazgo. La política de Erdogan es una mezcla de liberalismo económico, islamismo y nacionalismo. Apela al patriotismo y a los sentimientos religiosos de muchos turcos. Durante mucho tiempo se presentó como un demócrata musulmán, pero poco a poco ha ido islamizando Turquía, un país que, sin embargo, es laico.
Para poder gobernar sin trabas, Erdogan ha suprimido en gran medida la libertad de prensa. Según Reporteros sin Fronteras, Turquía es uno de los países más represivos del mundo para los periodistas.