Cuando hablamos del patrimonio de la Amazonia ecuatoriana se tiende a pensar solo en sus riquezas naturales. Pero existe otro tesoro que la industria farmacéutica también se ha apresurado en transformar en sustanciosos beneficios: el acervo de conocimientos de unos pueblos originarios que llevan siglos acudiendo a la naturaleza para tratar las enfermedades. Su robo tiene un nombre: biopiratería, y a sus víctimas les han usurpado hasta lo más inmaterial: sus saberes ancestrales.