La tasa de desempleo en Reino Unido es del 3,5%. Aun así, 15 millones de británicos son pobres. A pesar del pleno empleo, la cuarta parte de la población no llega a final de mes. Inflación y costes energéticos devoran los precarios salarios.
Una inflación desbocada y el encarecimiento de los costes energéticos los últimos meses han acabado por desbordar la economía doméstica de muchos británicos. La flexibilización de las condiciones de trabajo, la conversión de lazos laborales vinculantes en falsos autónomos - la llamada "uberización" de las últimas décadas - se traduce en ingresos irregulares, precarización salarial y vital. Además, desde el gobierno de David Cameron la pasada década, las ayudas sociales a la población más vulnerable y los servicios públicos se han ido recortando o eliminando progresivamente. El resultado: la esperanza de vida de los trabajadores desciende. Los británicos empobrecidos mueren de media diez años antes que sus compatriotas con más recursos. Son víctimas de lo que se ha venido en llamar shit life syndrome, una biografía plagada de malas condiciones de vida, enfermedades y dependencias.
El reportaje da voz a personas que apenas sobreviven a pesar de tener trabajo. De Blackpool en el noroeste hasta la rural Cumbria, en la frontera escocesa, pasando por una ciudad industrial, Ashton-under-Lyne.
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