Todas las preparaciones para el gran banquete están en marcha. Salvador sale de paseo para conocer a Pepe y a su troupe. Pepe se siente muy agradecido y alagado.
Salvador le da al gaucho Gregorio la tarea de recibir a los invitados y les lleva a sus estancias. Pepe está furioso; él pensaba que sería tratado como un invitado y no como un viajero humilde titiritero o como un mendigo.