A lo largo de décadas el ser humano ha acumulado basura y residuos en el Ártico, y abandonado infraestructura y equipamiento que ahora se han convertido en un problema. Ya sea por inquietudes personales o profesionales, cada año, voluntarios concienciados visitan esta gélida región para limpiar lo que antaño otros contaminaron y, así, asegurar que el lugar más virgen y puro del planeta continúe siéndolo.