Comenzamos aquí una serie de Introducción a la Antropología. Y lo primero que nos interesa es preguntarnos por la estructura del pensamiento mítico. Los mitos siempre reparten los papeles de una manera muy peculiar: los acontecimientos, los hechos, la historia, para los ancestros; para los seres humanos, la repetición, el rito, la fiesta, la cultura. Un mito es “el relato de ese tiempo en el que los animales y los hombres aún no eran distintos”, ese tiempo en el que los ancestros protagonizaron esos acontecimientos que separaron el cielo de la tierra, los hombres de los animales, las mujeres de los hombres, los dioses de los mortales, lo crudo de lo cocido, en definitiva, la naturaleza de la cultura. Así pues, el antropólogo estudia, sobre todo, las fiestas, esos momentos de la sociedad, en los que “no pasa nada ya”. Y son precisamente esos momentos los que confieren a un pueblo lo que llamamos su identidad cultural. Es como si, desde el punto de vista de la antropología (al contrario que desde el punto de vista del historiador, el sociólogo o el economista) el ser humano estuviera obsesionado con la repetición, con el ciclo, el rito y la costumbre.