Es un tejido suave, natural, de alta calidad y muy versátil. Se utiliza para hacer de todo, desde vaqueros y camisetas hasta lonas, aceites y piensos para el ganado. Mueve unos 37.000 millones de euros al año, pero, ¿su extracción es tan limpia como parece? Las denuncias por trabajos forzosos, por contaminación e incluso esclavitud han manchado su reputación. Por este motivo se ha creado un mercado para el algodón "ético y responsable". En esta investigación, seguimos la cadena de producción para averiguar cómo se fabrica realmente y comprobar que las afirmaciones de las etiquetas de algodón ético sean ciertas.
Empezamos en Uzbekistán, uno de los mayores productores de algodón a nivel mundial, cuya población, que vive bajo una dictadura, es enviada por la fuerza a los campos cada año. En 2012, se publicaron unos informes que decían que obligaban a niños de tan solo 9 años a recoger algodón, esto provocó una campaña mundial para que los proveedores de ropa dejaran de comprar algodón uzbeko. Después, conocemos a los valientes activistas de derechos humanos que se atreven a denunciar el sistema. Finalmente, vamos a las hilanderías de Bangladesh, donde los trabajadores viven en condiciones de semiesclavitud ante la indiferencia de los contratistas.
En los últimos años, cada vez más marcas se han comprometido a vender algodón "ético". La "Better Cotton Initiative" se compromete a hacer el algodón más ecológico y a garantizar un mejor trato a los productores. Pero como vemos, en las fábricas de hilados, este algodón se mezcla con el algodón "normal"...