de Andrés Varela y Sebastián Bednarik. Uruguay. - 2014.
"Brasileros, cumplí mi palabra construyendo este estadio, cumplan ahora su deber, ganando la copa del mundo". Con estas palabras cerró su discurso el Prefecto de Río de Janeiro, Mendez de Morais, el día de la final del Campeonato del Mundo organizado por Brasil en 1950 luego de la segunda guerra mundial. Es año de elecciones presidenciales y todos los candidatos buscan asociarse al éxito deportivo para fortalecer su campaña. El golero Moacir Barbosa sale al campo de juego como uno de los candidatos a edil más populares de las próximas elecciones, y como el resto del seleccionado brasileño, lleva debajo de su indumentaria una casaca que reza "Brasil Campeao". En el otro vestuario el capitán uruguayo Obdulio Varela se prepara para guiar a su selección hacia un enfrentamiento que quedaría para siempre en la memoria del fútbol. Unos meses antes, él mismo encabezó la huelga general de jugadores, esta etapa sería germinal de un grupo humano que encontraría en la figura de su capitán un líder capaz de unificar al equipo y conducirlo a la victoria. Entre ellos se encuentra el joven debutante Alcides Ghiggia quien 78 minutos más tarde protagonizaría la tragedia y la hazaña más grande que el fútbol puede contar. Maracaná es una metáfora sobre la manipulación de los pueblos a través del deporte y la voluntad de los individuos intentando dignificarse más allá de las fuerzas externas que lo doblegan.
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