¿La gente común y corriente es capaz de hacer cosas terribles? Y si es así, ¿cuántos le darían altas descargas eléctricas a un estudiante inocente, sólo porque está siguiendo una orden? Para descubrirlo, Stanley Milgram, un joven psicólogo de la Universidad de Yale, llevó a cabo un experimento inteligente, pero controvertido, que cambió para siempre nuestra comprensión del comportamiento humano.
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