Los gigantes gaseosos del Sistema Solar, en particular, son fascinantes objetos de estudio. Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno dominan en términos de tamaño y composición. A diferencia de los planetas rocosos como la Tierra, estos gigantes están formados principalmente por gas, sobre todo hidrógeno y helio. Júpiter, el más masivo de todos, podría contener en su interior todos los demás planetas del Sistema Solar. Su gran mancha roja, una tormenta persistente más grande que la propia Tierra, es una de sus características más reconocibles.
Saturno, famoso por sus majestuosos anillos, es igual de impresionante. Sus anillos, compuestos de hielo y roca, son un espectáculo fascinante. Urano y Neptuno, aunque menos conocidos, no son menos interesantes. Urano es único en el sentido de que su eje de rotación está muy inclinado, lo que significa que casi rueda en su órbita alrededor del Sol. Neptuno, con sus potentísimos vientos y su mancha oscura, es el planeta más distante y menos explorado de nuestro sistema solar.
Los gigantes gaseosos desempeñan un papel crucial en la dinámica del Sistema Solar. Su inmensa gravedad influye en las trayectorias de cometas y asteroides, y pueden haber desempeñado un papel protector al desviar objetos peligrosos que podrían haber chocado contra los planetas interiores. Sus numerosas lunas, algunas de las cuales podrían albergar océanos bajo sus superficies heladas, son objetivos privilegiados para la búsqueda de vida extraterrestre.