Bartolomé de las Casas, probablemente, no conoció a Colón, aunque le admiraba e, incluso, gozó de la amistad de la familia del Almirante y, en su juventud, participó como hacendado en la aventura colonizadora. En ella estaba cuando advirtió las contradicciones del proyecto: se había ido allí a descubrir y a negociar, sí, pero, también a cristianizar y a llevar la civilización a las tierras recién descubiertas. En vez de eso se estaba explotando a los nativos, en una búsqueda codiciosa de riquezas. A partir de esa toma de conciencia, las Casas emprende un trabajo extraordinario a favor de los nativos que chocó con la ideología de los continuadores de la empresa americana. Ambos fueron precursores: uno descubrió América, el otro fue la conciencia de la colonización.