Este capítulo desarrolla la rivalidad entre el conde-duque de Olivares y el cardenal Richelieu. Validos respectivamente de Felipe IV y Luis XIII, ambos encarnaron como pocos en el siglo XVII los conceptos del absolutismo en sus respectivos Estados que, bajo su gobierno, se enfrentarían por la hegemonía europea, con resultado final favorable al reino de Francia. Como analiza en el libro Pedro García Martín, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid, los éxitos de uno frente a los fracasos de otro hablan del diverso contexto social y político en el que hubieron de moverse estos dos gentilhombres de Corte. De origen similar, pero carácter y formación distintos, ambos actuaron preocupados por el prestigio y la reputación de la monarquía a la que servían. Al final, el balance de su pugna por el poder supondría un cambio de enorme calado en la relación de fuerzas en el continente europeo y contribuiría a desbancar la hegemonía universal del Imperio español en el gran siglo del Barroco.