Este capítulo se adentra en la confrontación entre Pedro I y Enrique II de Trastámara, personajes que configuraron una época y protagonizaron uno de los periodos más turbulentos de la Historia castellano-leonesa, con repercusiones violentas en toda la Península. Ambos eran hijos del gran Alfonso XI; el primero de su esposa, María de Portugal; el segundo, de su amante Leonor de Guzmán, que le dio una numerosa prole. Ya en el trono, Pedro, un hombre extraño, cuya cordura ha sido puesta más de una vez en tela de juicio, se distinguió por su crueldad, ordenando o permitiendo el asesinato de Leonor y suscitando el odio de Enrique. Éste, alentado por numerosos nobles igualmente afrentados, inició una guerra que duró diecisiete años. En el conflicto intervinieron, en uno u otro momento, todos los reinos peninsulares y potencias extranjeras, como Inglaterra y Francia, cuyos ejércitos fueron dirigidos por el Príncipe Negro y Bertrand Duguesclin. La guerra terminó en Montiel, donde Enrique asesinó a Pedro y se sentó en el trono.