Hace un año, el 7 de octubre de 2023, la operación “Tormenta de Al-Aqsa”, liderada por el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (Hamás), impactó la ocupación israelí y a sus aliados, desafiando el mito de la invencibilidad del régimen de Tel Aviv.
La operación fue una respuesta a décadas de agresión israelí contra los palestinos en la sitiada Franja de Gaza y la ocupada Cisjordania, fue seguida por un bombardeo indiscriminado e ilegítimo de Israel sobre el territorio palestino costero.
En 12 meses, estos horribles crímenes han ocurrido en múltiples espacios civiles de la Franja de Gaza, incluyendo hogares, escuelas, hospitales, clínicas, farmacias, campos de refugiados, refugios, mezquitas e iglesias. Nada fue perdonado por el régimen genocida de Tel Aviv, con el pleno respaldo de Estados Unidos.
Actualmente se registran cerca a 42.000 palestinos muertos, lo que se traduce en que diariamente un aproximado de 115 personas han perdido la vida debido a la guerra. Cinco personas son asesinadas cada hora.
Según la Organización Mundial de la Salud en un año, el 6% de la población de Gaza ha muerto o ha sido herida. La autoridad sanitaria palestina estima que más de 97 mil palestinos han sido heridos en Gaza, muchos de ellos con lesiones graves que requieren atención médica urgente. Muchas de las lesiones son de carácter crónico, entre ellas se encuentran recurrentes amputaciones de miembros.
Millones de ciudadanos en el mundo marchan para exigir un alto al fuego, mientras el gabinete de Benjamín Netanyahu no muestra señales de detener su genocidio.
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