¿Qué es el amor? - Cap 2. Amor, sexo y belleza

El amor es una experiencia que nos obliga a volvernos filósofos, lo queramos o no. Es la experiencia más profunda que puede vivir un ser humano y todos y todas la hemos vivido alguna vez. Hacer el amor enamorado es una aventura que esconde todos los misterios metafísicos con los se ha enfrentado la historia de la filosofía. Lo que dijimos en el capítulo anterior sobre la Belleza, se aplica aquí de manera radical. Los enamorados se saben libres y encuentran su libertad al amar. Pero es todo lo contrario de, como se suele decir, “encontrar tu media naranja”. Los enamorados no tienen por qué encajar según su “raza, color, sexo, parentesco, religión, condición económica, social o cualquier otra condición” (como dice el artículo II de la Declaración de los derechos humanos). Porque el gran misterio es como logran encajar entre sí dos libertades. El esquema más básico nos lo brindó Schakespeare en Romeo y Julieta. Romeo es un Montesco que vive como un Montesco, come como Montesco, siente como Montesco, piensa como todos los Montesco y, como todos los Montesco, odia a los Capuleto. Pero, ante Julieta, la Capuleta de la que está enamorado, se olvida de que es un Montesco y se siente libre de todas las ataduras en las que consiste su condición social y familiar. Lo mismo le ocurre a Julieta en su condición de Capuleta. Esta vivencia de su propia libertad les pone ante un mundo nuevo, en el que es como si nacieran de nuevo, o como si vieran este mundo por primera vez, tal y como a veces suelen declarar los enamorados. El pueblo lo ha entendido muy bien al componer sus canciones de amor. Se dice, a veces, que este esquema de lo que es el amor sólo se refiere al “amor romántico”. Pero aquí hay una gran confusión. Una cosa es qué sea el amor y otra cosa es la receta que buscamos para hacer compatible el hecho de amar con el miserable curso de nuestras vidas. El amor nos abre una ventana a la eternidad, pero luego hay que seguir viviendo en el cotidiano pasar del tiempo. Y la eternidad y el tiempo no encajan en absoluto. Por eso, la receta del amor romántico, como la receta matrimonial o las recetas poliamorosas no tienen ninguna garantía de funcionar. Más bien hay que decir que el amor no conoce recetas.