Nuestra aventura ferroviaria comienza en la colorida metrópoli portuaria de Guayaquil, en la costa pacífica de Ecuador. Aquí viven 2,3 de los 16 millones de ecuatorianos. El ferrocarril vive actualmente un renacimiento en Ecuador. Al igual que la construcción del ferrocarril en el pasado, su reconstrucción se considera ahora un símbolo de la unidad nacional de Ecuador.
La Nariz del Diablo es un afloramiento rocoso de 100 metros de altura, atravesado por curvas cerradas en las que las vías están casi una encima de la otra. Aquí se supera un desnivel de 500 metros. La línea se construyó entre 1899 y 1908 y fue una obra maestra de la ingeniería de la época. Hoy en día, sigue mereciendo un buen trago de aguardiente casero, ya que el tren viaja a una altitud de 3.600 metros sobre el nivel del mar.
También llegamos a Lasso y visitamos el Parque Nacional de Cotpaxi, en la «Avenida de los Volcanes». Ya sólo quedan 50 kilómetros para llegar a Quito, la capital de Ecuador, punto final de nuestro viaje en el Tren Crucero.