En 1815, después de ser derrotado en la batalla de Waterloo, Napoleón es desterrado a la isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur. Allí evoca los tiempos en que era un joven general: sus ambiciones, sus convicciones republicanas, su amor por Josefina, sus brillantes campañas militares en Italia y Egipto. Recuerda también cómo conquistó el poder gracias al golpe de estado del 18 Brumario de 1799.