El estado de Roraima, ubicado al norte de Brasil y cerca de la frontera con Venezuela, se ha convertido en epicentro de la extracción de oro. Amparados por el presidente Jair Bolsonaro, quien ha declarado que la Amazonia no es patrimonio de la humanidad, cada vez más personas han invadido tierras indígenas para explotar el mineral. Estas comunidades ancestrales, luchan por defender su espacio en uno de los territorios más pobres del país, que tiene en la actividad minera un importante sustento.