En Rukakura, costa de Cautín, unas pocas familias mantienen una actividad centenaria. Recogen, cosechan y secan el cochayuyo, un alga de grandes propiedades alimenticias. Con 4.000 paquetes arman la carga y una pequeña caravana de carretas, en un sacrificado y lento caminar, intersecta el nervioso transcurso del asfalto. Después de una semana de ventas en Temuco pregonando el Cochayuyo, los hombres de la costa, consiguen el dinero para comprar víveres y otras necesidades.
Dirección, fotografía y montaje: Juan Carlos Gedda
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