Discurso pronunciado por el Dr. Edgardo Enríquez Frödden al momento de recibir el título de Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad de Concepción, el 10 de Enero de 1995.
Edgardo Enríquez Frödden fue rector de dicha universidad durante el periodo de 1969 a 1972, momento en que deja la rectoría respondiendo al llamado de Salvador Allende para desempeñarse como Ministro de Educación de su gobierno.
Edgardo Enríquez Frödden fue el primero y único rector de la Universidad de Concepción en ser elegido por votación triestamental, logro obtenido de la organización estudiantil y consolidado a través de las reformas universitarias, posteriormente desecho por la dictadura cívico-militar.
El golpe de Estado de 1973 lo encuentra como ministro. Pasa en sus palabras de estar "en la cúspide de su vida" a "una fosa profundísima, sin fondo", al ser detenido, despojado de su cátedra universitaria, de clubes castrenses y masónicos. Como muchos integrantes de la Universidad de Concepción, Edgardo Enríquez era un destacado miembro de la Gran Logia de Chile. Fue llevado al campo de concentración de Isla Dawson, y torturado. En un episodio donde se encontraba gravemente enfermo, recuerda haber estado en un hospital donde un soldado lo vigilaba día y noche, con todas las luces encendidas, apuntando su ametralladora a su cabeza y apretando el gatillo con seguro puesto cada tres minutos. Es en condición de detenido que se entera del asesinato de su hijo, Miguel Enríquez, de las torturas a su nuera, Carmen Castillo, que resultarán en la muerte de su nieto. Enríquez Frödden resalta que jamás se le formuló un sólo cargo.
Es el día 5 de mayo de 1975, cuando con 24 horas de aviso, es desterrado en calidad de apátrida y llevado a un avión por un pelotón de soldados que lo apuntaban permanentemente, ante "la mirada indiferente de los funcionarios del aeropuerto e incrédula de algunos pasajeros". El doctor Enríquez pasa su exilio inicialmente en Oxford, Inglaterra y es ahí donde se entera de la desaparición de su hijo llamado como él, Edgardo, y de su ex yerno, Bautista van Schouwen. Tanto ellos como Miguel Enríquez se titularon en la UdeC.
Desde la fosa que menciona Enríquez Frödden donde lo arrojaron violentamente, empezó en su exilio a subir lentamente. Después de su trabajo hasta 1978 en la Universidad de Oxford, en 1979 llega a la Ciudad de México a ejercer su cátedra de Anatomía, la misma que dictó por décadas en Concepción. En sus palabras, llega a la cúspide de su vida como académico, como ciudadano y como hombre con las distinciones que le ha hecho su Universidad y lanzar al conocimiento público sus memorias, "En el nombre de una vida".
La ceremonia termina con un fuerte aplauso de pie y con la interpretación mediante un coro universitario del himno de la institución, que, como muchos sabemos, destaca la frase "por el desarrollo libre del espíritu".
El doctor Edgardo Enríquez Frödden, en ese momento a punto de cumplir 83 años, muere el año siguiente.
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