En 2008, Estados Unidos puso en marcha el "Proyecto Casandra" con el fin de descubrir cómo Hezbolá financia sus actividades militares y terroristas con el tráfico de drogas y el blanqueo de dinero. El reportaje de 3 partes investiga el proyecto.
En 2008, la Agencia Antidroga estadounidense (DEA) había reunido pruebas suficientes que demostraban que Hezbolá había pasado de ser una organización militar y política a convertirse en una agrupación criminal internacional que ganaba hasta 1.000 millones de dólares al año con el tráfico de drogas y armas, el blanqueo de dinero y otras actividades delictivas. El "Proyecto Cassandra" era el ambicioso plan de alto secreto para detenerlos.
El 4 de agosto de 2020, la ciudad de Beirut quedó devastada por la explosión de cientos de toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto. Todas las miradas se volvieron hacia Hezbolá, movimiento islamista vinculado a Irán, que controla gran parte del Líbano. Pese a la presión de la calle y de la comunidad internacional, el "Partido de Dios" se negó a cualquier investigación independiente sobre las causas de la explosión. Hezbolá surgió en 1982 como organización de resistencia contra la ocupación israelí. Ya entonces contaba con el apoyo de Irán. Durante 40 años, sus combatientes se han infiltrado en todos los ámbitos del Estado libanés y se han convertido en la fuerza dominante. Sin embargo, a mediados de la década de 2000, un puñado de policías de la Agencia Antidroga estadounidense (D.E.A.) intentó acabar con Hezbolá en secreto. El nombre en clave de su operación: Cassandra. Su investigación comienza en Estados Unidos, sobre las ruinas aún humeantes del World Trade Center.
El documental de tres partes no sólo cuenta la historia del "Proyecto Casandra" basándose en los testimonios de agentes de la DEA y otras personas implicadas. También narra el ascenso de Hezbolá y ofrece una visión de los complejos contextos geopolíticos.
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