En el mundo, más de 2.000 millones de personas consumen alguna de las 1.900 especies de insectos comestibles como parte de su dieta habitual. Sin embargo, a pesar de estar estrechamente ligada a nuestra naturaleza, la entomofagia se ha convertido en un tema tabú en la inmensa mayoría de las sociedades occidentales. Para muchos de nosotros, los bichos son de todo menos una comida.
Aun así, todos los paradigmas arraigados en el imaginario colectivo desde hacía siglos se tambalearon cuando en 2013, la FAO publicó un informe en el que hablaba de los insectos como la posible comida del futuro. Una buena fuente nutritiva, en muchos casos incluso mejor que las fuentes de proteína convencionales, que además ayudaría a mitigar los devastadores efectos climáticos de una industria cárnica que, si nos preocupamos por el porvenir de nuestro mundo, no podrá alimentar a las 9.000 millones de bocas que en 2050 habitarán la Tierra.
El reporte del organismo especializado de la ONU generó tanto ruido mediático y las perspectivas eran tan buenas que se desencadenó un "boom" por los insectos comestibles en todo el mundo. Una industria alrededor de los bichos como comida nacía y el debate sobre algo que iba en contra de nuestros más arraigados prejuicios, estallaba.
En este viaje por el mundo de la entomofagia exploraremos la ancestral relación de los insectos con la humanidad, los orígenes de ese rechazo a algo que en su día formó parte de nuestra alimentación, los posibles beneficios de la ingesta de estos bichos, el futuro de la que algunos llaman "la comida del mañana"; y, como no es lo mismo contarlo que vivirlo, realizaremos un menú degustación. Esta es la historia de una delicatessen entomológica. La verdad detrás de esa insectopía.