Si alguien se quiere divertir, ganar dinero y contribuir al desarrollo de los niños en Berlín, se puede convertir en educador o incluso fundar un jardín infantil, dice nuestra invitada Lisette Andrade.
Lisette Andrade es coordinadora y directora pedagógica de jardines infantiles en Berlín. Ella ve este trabajo como una forma ideal de hacer carrera pero además de guiar a las futuras generaciones de Berlín.
“Es un trabajo increíble y muy necesitado en Alemania”, dice en entrevista con Pía Castro.
Berlín tiene un boom de jardines infantiles bilingües. De los cerca de 300 registrados en la capital alemana, unos 40 son español-alemán. Otros idiomas con gran representación son inglés, francés, italiano y turco.
Donde trabaja Lisette Andrade hay niños que hablan hasta cuatro idiomas. El catering les lleva cada día comida orgánica y vegetariana. Y como parte del trabajo lúdico que se realiza, los niños tienen incluso una pared que simulan ladrillos blancos y que pueden grafitear, como si fuera el Muro de Berlín.
Una gran diferencia entre los jardines infantiles alemanes y los latinoamericanos, es que en Alemania no son escolarizados: los niños no aprenden a leer ni a sumar o restar, solo se divierten, aprenden con proyectos y salen al aire libre.
Diferencias de los kínder en Alemania. No son escolarizados donde se les enseñan cosas. Es aprender por proyectos. Ni leer, ni escribir, ni sumar ni restar. ¿Qué dicen los padres y madres? Lo principal es que salgan al aire libre.
Convertirse o igualar la formación como educador, maestro jardinero o magisterio, como se conoce la profesión en diferentes países, puede ser difícil, pero fundar un jardín de niños es fácil, ya que el Senado de Berlín otorga financiamiento.