La guerra de Tigré (2020-2022) es uno de los conflictos más graves de nuestro tiempo. Más de medio millón de personas murieron víctimas de una violencia inimaginable.
Las redes sociales desempeñaron un papel fundamental: fueron utilizadas como arma. Las escenas de violaciones y tiroteos masivos no sólo pretendían traumatizar al enemigo, sino también deshumanizarlo. Se acusa a Facebook de alimentar las tensiones étnicas en el país. Los mensajes de odio siguen en línea. ¿Acaso son los beneficios y el poder de mercado más importantes para la empresa que las vidas humanas? ¿Cómo es posible que la plataforma que prometió un mundo abierto e interconectado se haya convertido en una herramienta para belicistas y perpetradores de violencia?