San Cristóbal tiene una de las pocas líneas ferroviarias de caña de azúcar que quedan en el Caribe. Recorre casi 30 kilómetros a lo largo de la costa. San Cristóbal y Nieves son islas del norte antillano y uno de los estados más pequeños del mundo.
Tanto más sorprendente es que San Cristóbal tenga un ferrocarril. Los propietarios de las plantaciones locales construyeron entre 1912 y 1926 el ferrocarril de vía estrecha para transportar la caña de azúcar a la fábrica de Basseterre. Pero también en San Cristóbal, la caña de azúcar del Caribe perdió la competencia contra la remolacha azucarera europea. El tráfico de mercancías fue suspendido, pero fue reemplazado por el ferrocarril panorámico de San Cristóbal.
Los propietarios de trenes estadounidenses, que dependen principalmente de los pasajeros de los cruceros, compraron locomotoras más potentes, que en Polonia transportan remolacha azucarera. Con ellas remolcaban vagones de dos pisos que permitían ver el mar y las montañas. Las locomotoras de la época de la caña de azúcar están en mal estado, al igual que la antigua fábrica. El alto grado de humedad acelera el deterioro. Sólo la locomotora Hunslet nº 15 sigue en funcionamiento.
El maquinista la utiliza para trabajos de mantenimiento de las vías y de cuatro puentes largos y recuerda la época en que era la locomotora más potente de la flota y podía remolcar numerosos vagones llenos de caña de azúcar. Seguimos los pasos del antiguo ferrocarril de la caña de azúcar y vivimos aventuras ferroviarias junto con los trabajadores del ferrocarril panorámico de San Cristóbal.