El 4 de julio de 2016, la sonda Juno de la NASA se adentró en el reino de Júpiter, el más grande de los mundos del Sistema Solar. La misión destinada a revelar los secretos mejor custodiados del rey de los planetas había empezado. La culminación de décadas de sueños y esperanzas decididas en ese instante. Una parte de la humanidad estaba navegando su alrededor.
Desde su concepción más de una década antes como segunda misión del programa New Frontiers, Juno se enfrentó a un reto sin precedentes. Las extremas condiciones a las que tendría que sobrevivir la obligaron a convertirse en un tanque que después de una travesía por el frío y vacío del espacio, iba a adentrarse en un terreno sin cartografiar. A sobrevolar tan cerca como la tecnología permitía las nubes de Júpiter.
Una aventura que sigue escribiéndose y que ha revelado los grandes enigmas del gigante de gas. Desde su poderoso campo magnético hasta la naturaleza de un corazón hasta ese momento totalmente desconocido, Juno ha roto con todas las fronteras. Ha llegado donde nunca antes habíamos llegado para descifrar los secretos de un Dios que durante toda la historia del imperio del Sol, ha intentado esconderlos tras las tinieblas.