Desde el alzamiento de los pilares de la cristiandad, el Santo Grial ha simbolizado la búsqueda del significado de la vida y, para los creyentes, la alianza entre Cristo y la humanidad. Con una difusa línea entre la realidad y la ficción, con leyendas que hablaban del paradero de la más preciada reliquia sagrada, la búsqueda del bautizado como Cáliz de Cristo es la historia de algo que va mucho más allá de un simple tesoro.
Un cáliz que, se decía, concede la vida eterna. La misma copa de la que bebió Jesucristo en la Última Cena y que en su muerte, contuvo la sangre del Hijo de Dios. Una reliquia que regalaría a su descubridor un poder sin precedentes y que haría de su nombre, uno inmortal en la historia.
Pero tras dos mil años después del inicio de su relato, todos los caminos han llevado a destinos confusos. La existencia de la copa ha sido objeto de debate y su hipotético ubicación, uno de los grandes enigmas de la arqueología desde los tiempos de la Edad Media, momento en el que la leyenda del Grial germinó.
Pero ya en el siglo XX, con los avances del mundo moderno, la búsqueda del tesoro sagrado tomó una nueva dimensión. Con las sombras de un régimen expandiéndose por el mundo y un hombre que quiso hacer del cáliz, el arma definitiva para su reino.