Las olas de calor son cada vez más frecuentes, prolongadas e intensas. En Europa, los récords de temperatura se suceden. Una pregunta preocupa especialmente a la ciencia: ¿Qué tan cálido será el futuro?
"En una ola de calor con temperaturas máximas de 45 grados, la mortalidad en Sevilla aumenta en un 30 o 40%", dice el físico José María Martín-Olalla. Él lidera un proyecto que busca sensibilizar a los habitantes de la ciudad andaluza sobre el peligro de las altas temperaturas, asignando nombres a las próximas olas de calor.
Medidas como estas son cada vez más importantes, ya que durante mucho tiempo hemos subestimado las olas de calor y sus consecuencias. Aunque nuestro cuerpo puede recurrir a mecanismos de enfriamiento, estos alcanzan sus límites más rápido de lo que se pensaba, como explica un fisiólogo de la organización de investigación neerlandesa TNO. Particularmente en las ciudades, la carga térmica es alta. Así, el verano récord de 2003 en París provocó una situación apocalíptica. Según climatólogos, en el futuro no se descartan temperaturas de 50 grados en la capital francesa.
Pero también fuera de las ciudades las olas de calor nos plantean enormes desafíos. En Andalucía, junto a prolongados periodos de sequía, amenazan las cosechas. Y en el Mar Mediterráneo, las temperaturas también aumentan de manera alarmante.
El reportaje examina los impactos de las olas de calor en nuestra vida y presenta estrategias de adaptación. ¿Qué influencia han tenido hasta ahora las olas de calor en nuestra vida? ¿Cómo se desarrollarán en el futuro? ¿Y qué opciones de adaptación tenemos ante la nueva realidad térmica? Preguntas urgentes a las que los científicos europeos buscan respuestas.