¿Qué tal si deliramos, por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor, señala Eduardo Galeano.
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