Cuando se abre el champán, probablemente se celebre algo: una boda, un nuevo trabajo o Nochevieja. En la cosecha, sin embargo, el ambiente suele ser menos festivo. Cada año decenas de miles de migrantes viajan a Francia para trabajar en la vendimia.
Y mientras las grandes marcas de champán disfrutan de ventas récord, algunos de los migrantes trabajan como esclavos modernos a destajo, mal pagados o incluso sin cobrar y viviendo en chozas o en el bosque.
El sindicalista José Blanco lleva años criticando "la explotación de los trabajadores extranjeros en la ...
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