La fuerza deseante esconde en su seno un problema tan irresoluble para la lógica como capital para la vida: el del comienzo del movimiento. Si el deseo es aquello que pone en movimiento, ¿quién pone en movimiento al deseo? Aristóteles había imaginado que podía existir algo así como un motor inmóvil. No es casual que entre las diversas genealogías de Eros, que representa el deseo, exista la tendencia a pensarlo como deidad primordial.
El nacimiento del deseo nos obliga a afrontar una tensión que es paradójica. En el relato del Génesis, esta paradoja es ...
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