La crónica de los rohingyas es una de apátridas. Es una historia de discriminación, abuso y persistencia que se documenta desde hace más de 60 años.
En aquel entonces, el mundo se deleitaba u horrorizaba -dependiendo de la perspectiva- con las imágenes de la postguerra, las guerras de Corea y Vietnam, la caída de Saigón y otros eventos.
Un oscuro vaticinio pronosticaba que ser rohingya es sinónimo de ser "ciudadano sin ciudadanía". Ni el capitalismo les salvó, ni el comunismo les dio la redención utópica de sus rojas promesas.
En 1982, Myanmar les ...
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