En Belice hay decenas de miles de descendientes mayas. Luchan por la supervivencia de sus tradiciones. María García conserva los conocimientos ancestrales sobre plantas medicinales. Pero la selva donde crecen está en peligro.
Es la estación seca en Belice; 40 grados, semanas sin una gota de lluvia. La selva tropical está sedienta. María García, una mujer vestida de blanco y con el pelo recogido en un moño, agita un cuenco humeante en medio de los árboles de la selva e invoca al dios de la lluvia en la lengua de sus antepasados. Protege su cultura indígena. ...
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