Así como es inevitable asociar la ciudad de Londres con el río Támesis, o París con sus puentes sobre el Sena, también la capital argentina cuenta con un río que caracteriza a la ciudad, solo que, en este caso, no precisamente para bien. El Riachuelo ha sido víctima de siglos de un desarrollo industrial que ha volcado en él sus residuos, pero, aún hoy, muchos bonaerenses se resisten a verlo como un lento desastre medioambiental, sino como una oportunidad de rectificar los errores del pasado.