En un conflicto, una cosa son los mercenarios, que ponen sus habilidades al servicio del mejor postor, y otra los voluntarios. A estos últimos solo los guía aquello en lo que creen y por lo que están dispuestos a arriesgar la vida. Entre los voluntarios que luchan por la liberación de Donbás hay europeos, hispanoamericanos y hasta estadounidenses, y por muy distintos que sean, su compromiso es idéntico y su decisión irrevocable: de hecho, a muchos les aguardaría la cárcel si decidieran volver.